La meditación suele llegar a nuestra vida envuelta en una neblina de mitos y expectativas sobrenaturales. Muchos imaginamos a seres iluminados sentados en posturas imposibles, rodeados de velas, inciensos y un silencio absoluto, en algún templo lejano o sobre una montaña sagrada. Pensamos, quizá con resignación, que lograr “poner la mente en blanco” es el objetivo supremo de la meditación; y que, al primer pensamiento intruso, hemos fracasado. Esta creencia, aunque común, es uno de los grandes obstáculos que nos impiden acercarnos a una de las prácticas más accesibles, sencillas y humanas: la de sentarse unos minutos a observar lo que ocurre dentro de nosotras y nosotros.
Ayudar a las personas a encontrar un espacio seguro en la alimentación, es mi pasión y misión. Me encantaría trabajar contigo y conocer tu historia.