En el artículo anterior hablamos de que, gracias a la biología de nuestro cuerpo y su proceso evolutivo, estamos diseñados para los momentos de ayuno. El ayuno es el resultado de las épocas de escasez de productos, la temporalidad, el clima, y otros factores que nos obligaban a no comer durante largos periodos de tiempo. Nuestro cuerpo, para poder hacer frente a esta situación, creaba reservas en forma de grasa que le permitían superar dichas etapas de escasez.
Así que en realidad no es malo que nuestro cuerpo almacene para poder soportar esas etapas, lo malo es que actualmente el hombre no deja de comer por periodos tan largos de tiempo y, en consecuencia, no quema dichas reservas.
