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¿Cómo manejamos nuestro tiempo?

Retomando el tema de establecer límites sanos, hoy quiero hablar acerca de la importancia de establecer límites en la forma en que manejamos nuestro tiempo.

Nuestro ritmo de trabajo, las actividades diarias y la sociedad en la que vivimos nos han enseñado (de manera equivocada) que parte del valor que tenemos como personas se calcula en función de lo ocupados que estamos (ya sabes, esa “necesidad” de llenar la agenda).

He aquí la relevancia de instituir límites de tiempo, priorizar las cosas que son importantes para ti y asegurarte de que estés reservando y respetando tu tiempo libre. Si, así como lo lees: dale la importancia a tu tiempo personal —lo necesitas para tu salud mental, tus momentos creativos y para recargar energía.

¿Por qué los límites de tiempo son tan cruciales?

Celebra tus logros

Celebra todos y cada uno de tus logros, porque solo tú sabes lo que hay detrás de ellos.

¿Cuántas veces logramos algo y, por sentir que no es algo digno de un premio, no le damos el valor que merece? Parte de nuestra cultura, de basarnos en grandes metas y logros, vuelve casi intrascendentes los “pequeños” pasos que nos llevan a realizarlos.

Enfatizo la palabra “pequeños” porque, de cierta forma, eso es lo que creemos que son: los calificamos como “no importantes” y los privamos del valor que verdaderamente tienen. Sin embargo, una gran parte de esos logros “menores” constituyen la base sobre la que las metas mayores pueden ser construidas.

Sana distancia

Ya sé, solo leer el título nos hace pensar en lo que para muchos no ha sido una etapa fácil debido al COVID, pero poco a poco hemos ido recuperando la posibilidad de compartir tiempo y espacio con muchas personas a quienes durante meses no pudimos ver ni tocar. Me gustaría ahondar un poco en esto.

Considero que mantenernos alejados ha sido una práctica muy compleja para todos. Durante meses se nos dijo que tener contacto con otras personas era algo peligroso, que lo mejor que podíamos —o debíamos— hacer era guardar “sana distancia”, y que eso, literalmente, nos salvaría la vida. Esto, como era de esperarse, ha tenido un efecto en todos nosotros.

¿En qué consiste la salud?

Conforme hemos ido aprendiendo y familiarizándonos más con la definición de bienestar, considero que también nos ha quedado más claro que la definición de salud va mucho más allá de una simple “ausencia de enfermedad”. ¿A qué me refiero con esto? Pues a que el no estar enfermos no significa que seamos personas sanas.

Nuestro bienestar se ve impactado por muchas áreas, incluyendo lo que pensamos, lo que sentimos, nuestra capacidad física o de movilidad, la alimentación, las amistades, las relaciones personales, el trabajo, el descanso, cómo aprovechamos nuestro tiempo, lo que aprendemos, nuestros momentos creativos, y muchas cosas más.

¿Cómo nos relacionamos con la comida?

Ya hemos platicado de la importancia de observar nuestros hábitos alimenticios. Gran parte de la conexión que creamos con la comida está relacionada con nuestras emociones y sentimientos. Cuando comemos o buscamos ciertos alimentos, no solo estamos buscando alimentar nuestro cuerpo para que pueda realizar sus funciones, sino que, al mismo tiempo, buscamos o incluso necesitamos el “confort” y el alivio que ciertos alimentos o productos nos proporcionan.

Esta conexión se genera en nuestro cerebro y sistema nervioso desde que somos pequeños; de una u otra manera, la comida ha formado parte de nuestro círculo vital y de cómo nos relacionamos con las emociones. Por lo tanto, tomar conciencia de estos comportamientos —es decir, los pensamientos y emociones que engloban—, nos ayuda a distinguir patrones de alimentación, a poder analizar y detectar hábitos no alineados con nuestro objetivo de bienestar, y a desarrollar una relación más consciente tanto con la comida como con uno mismo.

Rómpase en caso de emergencia

Hace unos días, durante un vuelo, escuché a la sobrecargo explicarle a los pasajeros que estaban sentados en las salidas de emergencia todas las funciones que deberían realizar en caso de ser necesario.

Pensé en mi red de soporte; en esas personas que forman parte de mi vida y que siempre están ahí para mí. Ellos son a quienes sé que puedo acudir cuando el vuelo se torna turbulento, o cuando hay momentos de dudas, miedos, o sentimientos de vulnerabilidad. Son también un espacio seguro donde puedo compartir lo que sea y ser genuinamente yo misma, sin sentirme amenazada, juzgada o con miedo a ser rechazada.

Me considero afortunada porque, muchos de ellos, son como un paracaídas que amortigua la caída. Son verdaderos salvavidas, en toda la extensión de la palabra. También pensé en lo importante que es que ellos sepan que lo son y que, de cierta forma, estén de acuerdo en serlo. Llegué a la importante conclusión de que su existencia es primordial en la mía.