Rómpase en caso de emergencia

Hace unos días, durante un vuelo, escuché a la sobrecargo explicarle a los pasajeros que estaban sentados en las salidas de emergencia todas las funciones que deberían realizar en caso de ser necesario.

Pensé en mi red de soporte; en esas personas que forman parte de mi vida y que siempre están ahí para mí. Ellos son a quienes sé que puedo acudir cuando el vuelo se torna turbulento, o cuando hay momentos de dudas, miedos, o sentimientos de vulnerabilidad. Son también un espacio seguro donde puedo compartir lo que sea y ser genuinamente yo misma, sin sentirme amenazada, juzgada o con miedo a ser rechazada.

Me considero afortunada porque, muchos de ellos, son como un paracaídas que amortigua la caída. Son verdaderos salvavidas, en toda la extensión de la palabra. También pensé en lo importante que es que ellos sepan que lo son y que, de cierta forma, estén de acuerdo en serlo. Llegué a la importante conclusión de que su existencia es primordial en la mía.

La dieta mediterránea

Hace unos días me preguntaron qué opino de la dieta mediterránea, así que te platicaré al respecto.

La dieta mediterránea es considerada por algunos una de las formas más saludables de comer en el mundo. Más allá de un enfoque dietético, se trata de un estilo de vida que pertenece a las antiguas costumbres y los patrones dietéticos que han existido en la región mediterránea durante miles de años.

Parte de las regiones conocidas como “zonas azules”, que son comunidades localizadas en diferentes partes del mundo (Cerdeña, Italia, Okinawa, Japón, Nicoya, Costa Rica), han coincidido en varios factores de su alimentación y estilo de vida; esto ha dado como resultado comunidades con las personas más longevas del mundo, quienes han mantenido un estado de salud y bienestar óptimo y han alcanzado una edad mayor a los 100 años.

Mi lista negra de productos a evitar

En varias ocasiones hemos tocado el tema de lo confuso que puede ser que algunos productos se anuncien como saludables cuando, en realidad, son todo lo contrario. La idea no es satanizar el consumo de ningún producto, pero sí considero importante compartir contigo aquellos que forman parte de mi lista negra.

A estas alturas, considero que los refrescos (en cualquiera de sus versiones, incluyendo light, zero, etc.), así como los productos ultraprocesados (como los gansitos, los pingüinos, las mantecadas, doritos, cheetos, etc.), no necesitan ser mencionados porque ya ha quedado muy claro anteriormente que ninguna de sus versiones son productos adecuados. Estos productos no son alimentos, sino todo lo contrario; la mayoría son mezclas de azúcar, grasas, sal y químicos que solamente aumentan tu adicción por el azúcar y que finalmente causan daños mayores dentro del organismo.

No hay emociones equivocadas

Al final del artículo de la semana pasada escribí que no hay sentimientos equivocados. Esta línea resonó en muchos de ustedes, e incluso algunos enviaron comentarios al respecto, así que, antes de seguir, quiero darles las gracias por leerme y compartir conmigo sus inquietudes. Me siento cada día más agradecida con la comunidad de bienestar que hemos formado.

Ahora, ¿a qué me refería con esas palabras?

Encontrando el punto de balance en tus emociones

Nuestro camino hacia el bienestar está lleno de emociones. Algunas de ellas son desconocidas, pero muchas otras son sentimientos que conocemos de sobra y que sabemos identificar muy bien.

Estos son algunos consejos para identificar mejor tu emoción y buscar ese punto de balance que ayudará a evitar que te sientas abrumado.

  1. Siente la emoción. Nota las sensaciones físicas que provoca; es decir, observa con atención la reacción de la emoción en tu cuerpo. Todas las emociones tienen su representación fisiológica. A veces con solo poner atención a estas reacciones es suficiente para que se calmen. Algunos ejemplos de estas reacciones son sentirse agitado, presentar temblor en las manos o cambios en la respiración, entre muchas otras.

Identificando mis emociones

No sé ustedes, pero hay días en los que estoy muy lejos de sentirme al cien. Identificar la emoción que esto despierta en mí —y si esta es negativa o positiva— me cuesta trabajo. Hace unos días escuché uno de mis podcasts favoritos donde hablaban precisamente de ponerle nombre a las emociones. Desafortunadamente vivimos en una cultura donde se nos enseñó que expresarnos no es adecuado y que puede ser una muestra de debilidad, así que, por consecuencia, identificar nuestras emociones puede convertirse en una tarea complicada.

Experimentar y expresar las emociones es una parte integral de la vida. Sin embargo, para muchas personas, las emociones son misteriosas, confusas y difíciles de expresar. A nadie se le da un libro de reglas emocionales; sin embargo, la sociedad, la comunidad, la cultura y el contexto tienen reglas no escritas sobre cómo y cuándo se nos permite sentir y expresar dichos sentimientos.